viernes, 15 de octubre de 2010

Nadie más que tú

Bueno, acabo de volver de jugar daño (póker) y llegué a mi casa tarareando un reguetón. Esto porque mientras jugábamos escuchábamos un dial medio 'blin blin', ya que Cachi ni a Julito querían escuchar baladas. Es que en verdad, eran una redundancia para el 'daño'. Entré a mi cubil, encendí la computadora y entré como 'webeando' al facebook. Entonces me topé con este jueguito en el perfil de una amiga. Y como ha sido un dia 'weberazo' se me ocurrió hacer el jueguito, de paso que 'purificaba' en algo mi oído y dejaba de tararear reguetones. Ya como a la quinta canción me empezó a causar gracia el asunto. Así que en un día 'weberazo' decidí postear un post 'weberazo'. A ver si alguien se anima a hacerlo. De antemano pido disculpas por las posibles faltas ortográficas.

Instrucciones:

1. Pon tu MP3/Ipod/Celular en Modo Aleatorio (Shuffle)

2. Para cada pregunta presionarás el botón de siguiente para obtener la respuesta.

3. DEBES ESCRIBIR EL NOMBRE DE ESA CANCIÓN SIN IMPORTAR CUAN ESTÚPIDO SUENE.

Aquí dejo las respuestas que lanzo mi cochito Ipod:

1. SI ALGUIEN DICE ‘TODO ESTÁ BIEN’, ¿TÚ DICES? La fuerza de la costumbre - Gabinete Caligari (Okay, empezamos mal. Y es que es muy posible que en verdad esta haya sido mi respuesta en más de una ocasión jajaja. ¡Si hasta escribí un post al respecto! Por si acaso, la versión que tengo de esa canción es un cover de Wicho de Mar de Copas).

2. ¿QUÉ DESCRIBE MEJOR TU PERSONALIDAD? Perfect Situation - Weezer (El título no dice mucho, pero la letra me deja mal jaja In a perfect situation, I lead love down the drain. There's the pitch, slow and straight, and all I have to do is swing and I'm a hero, but I'm a zero...).

3. ¿QUÉ TE GUSTA EN UN CHICO/CHICA? Only hope - Switchfoot (Aca sí el jueguito este creo que sí fallo. Igual esta canción es buenísima. Gracias al jueguito este la vuelvo a escuchar).

4. ¿CÓMO TE SIENTES HOY? Heartless - Kanye West (Me cagaste, Kanye West jajaja. Bueno, eso depende de cómo se traduce esta rola. Analizando la traducción exacta de heartless, entiendo que significa sin corazón o descorazonado y si es así, puedo decir que me cagó. Aunque también puede significar algo así como cruel -porque no tiene corazón-. Prefiero la última traducción, pues es menos exacta).

5. ¿CUÁL ES TU PROPÓSITO EN LA VIDA? Falso amor - Mar de Copas (De que sirve el amor, si me muero por ti, si no puedo vivir sin tu amor... si tan pálido estoy, sin tu cálido y falso amor... jajaja. Okay, acá me comencé a preocupar y decidí postear esto. Es que por más que un título de canción pueda significar algo, nica es el próposito de tu vida, pues. Y si lo es, puta madre, estoy codnenado. Así que mi Ipod me sigue haciendo daño) (Pd.- De los escasos gatos que frecuentan mi blog, si sintieron curiosidad y entraron al video de esta canción, no sé quién lo hizo, o de dónde lo sacaron, pero esta muy bueno).

6. ¿CUÁL ES TU LEMA? Eterna Soledad - Enanitos verdes (Jajaja, me siguen cagando. Prefiero pensar que la parte de Hay que correr el riesgo, de levantarse y seguir cayendo... se acerca más al lema de mi vida y no el título de la canción).


7. ¿QUÉ PIENSAN TUS AMIGOS DE TI? Mid life crysis - Travis (Gracias, basuras. Aún no creo estar en esa crisis...u_u').

8. ¿EN QUÉ PIENSAS MUY A MENUDO? Next Year - Foo Fighters (¿En el próximo año? Lo único que me preocupa del otro año es en que mes saldré de vacaciones :S).

9. ¿CUÁNTO ES 2+2? Life in disguise - The Slip (Definitvamente la más webera de las preguntas. Aunque sea sirvió para que me reencontrara con esta canción)

10. ¿QUÉ PIENSAS DE TUS MEJORES AMIGOS? No puedo evitar pensar en ti - Duncan Dhun (para que vean que yo sí los aprecio y los tengo siempre presentes, basuras).

11. ¿QUÉ PIENSAS DE LA PERSONA QUE TE GUSTA? Contigo - Joaquin Sabina (Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren... ¡qué daño!).


12. ¿CUÁL ES LA HISTORIA DE TU VIDA? Universo - Libido (Ala, que buena esta canción, aunque es algo egocéntrica. Espero no refleje la historia de mi vida... ustedes dirán).

13. ¿QUÉ QUIERES SER CUANDO CREZCAS? Pan con mantequilla - Amen (jajajajajaja eso lo consideraré si es que no veo realizado mi sueño de complementar mi labor de día como periodista, con la de ser por las noches un justiciero enmascarado que combata el crimen).

14. ¿EN QUÉ PIENSAS CUANDO VES A LA PERSONA QUE TE GUSTA? Teenage Dirtbag - Wheatus (Wow, años que no escuchaba esta canción. Puede tener razón mi Ipod, si hablaramos de un amor adolescente. Para los que han escuchado esta rola, porsia, la voz de la muchacha la hace el mismo vocalista. Aca se nota mejor).

15. ¿QUÉ PIENSAN TUS PADRES DE TI? What's my age again? - Blink 182 (...).

16. ¿QUÉ BAILARÁS EN TU BODA? Ahora que estoy peor - Los secretos (jajajaja será para que la ya desdichada novia me asesine).

17. ¿QUÉ MÚSICA SONARÁ EN TU FUNERAL? Superfreak - Rick James (jajajaja, y si además de escucharla lo bailan como en Little Miss Sunshine, estaré riéndome en mi féretro)

18. ¿CUÁL ES TU PASATIEMPO? Dosed - Red Hot Chili Peppers (¿Dosificarme? Este es un temón de los RHCP. Y sí, también es daño).

19. ¿CUÁL ES TU MÁS GRANDE SECRETO? Angels and devils - Dishwalla (No creo).

20. ¿QUÉ PIENSAS DE TUS AMIGOS? Walk on -U2 (Only fly, only fly for freedom, my friends...).

21. ¿CUÁL ES LA PEOR COSA QUE TE PODRÍA PASAR? Cigarettes and Alcohol - Oasis (Dios, esta tiene que ser una señal).

22. ¿CÓMO MORIRÁS? Canción para mi muerte - Sui Generis (jajaja, que preciso mi Ipod. Según esta rola, moriré haciendo la cama para dos...).

23. ¿DE QUÉ ÚNICA COSA TE ARREPIENTES? Como un perro – Libido (¡Ufff! Menos mal que esta no salió en la pregunta anterior jajaja. ¿Me arrepiento de discutir sin razón, de querer llevar el control, que de tus manos no vaya a bailar. De hacerte sentir mal y de luego pedir perdón, siendo tú la única culpable de la situación? Es probable)
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24. ¿QUÉ TE HACE REIR? Baby one more time - Britney Spears (Sí, sí, es de Britney Spears, pero antes de que me juzguen, debo aclarar que yo tengo la versión de Travis. Y bueno, muchas veces sí, esa cancion es digna de risa, pero con Travis no me meto u_u)
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25. ¿QUÉ TE HACE LLORAR? Sigues dando vueltas - La Rue Morgue (Ptm. Esta canción en verdad dan ganas de llorar).

26. ¿TE CASARÁS ALGÚN DÍA? Cuando seas grande - Miguel Mateos (¿supongo que eso es un no? Soy un chico de la calle... definitivamente es un no).

27. ¿QUÉ ES LO QUE MÁS TE ASUSTA? No vuelvas nunca mas - Los Secretos (tamare)

28. ¿LE GUSTAS A ALGUIEN? Baila conmigo - Andrea Legarreta y Rodrigo Vidal y Si es amor - Rodrigo Vidal (Sorry, pero tengo estas dos canciones pegadas en mi Ipod. Ambas son una pastrulada jajaja. Son de esa novela mexicana que se llama Baila conmigo, con mi tocayo Eduardo Capetillo y la mamasita de Bibi Gaitán. Sí, tengo estas dos canciones y no me juzguen por eso. No van con la pregunta, pero es un recuerdo de esa novela que veía de chibolo. Ojalá algún día la repitan).

29. SI PUDIERAS RETROCEDER EL TIEMPO ¿QUÉ CAMBIARÍAS? To make you fell my love - Kris Allen (en esta también me recagó mi Ipod. Bueno, esta canción me parece es de Bob Dylan, pero yo tengo esta versión, que es del broder que ganó American Idol el año pasado).

30. ¿QUÉ TE HIERE AHORA? Earth Angel (Bueno, sí. Por más que todo ande bien, siempre hay un 'Earth Angel' que por más 'Angel' que sea, termina cagándote)

31. ¿CÓMO NOMBRARÁS ESTE POST? Anyone else but you - The Moldy Peaches (Bueno, mi cochito Ipod terminó consagrando su insanciable misión de hacerme daño con esta 'terrible' canción. Du du du du du du du du du du...).

Acá acaba la vaina. Espero alguien se anime a hacer este jueguito. Y si lo postea mejor. Puede llegar a ser desestresante, pero también puede servir de terapia. Críticas, comentarios, maleteos, tips, consejos o advertencias sean bienvenidos.


Como hay muchas canciones y no sé cuál dejar, como ya habrán visto, dejé el link de cada una de las canciones para el lector curioso. Para el lector ocioso o con mejores cosas que hacer, pero que se tomó el tiempo de leer este post 'webero', dejo el video de la última canción, que le da título a esta humilde entrada.

lunes, 23 de agosto de 2010

A las mujeres les gusta el golpe (Parte II)

Caso 2
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Era un día ocioso y me distraía jugando póker en línea. En eso, mi messenger retumbó. Era una vieja amiga. A decir verdad, "amiga" seria un término muy amplio para ella. Era una conocida, con la que alguna vez llevé un curso en la universidad. No estaba acostumbrado a hablar con ella, ni por el messenger ni en persona. La agregué una sola vez por una cuestión académica. Respondí su entusiasta saludo con un seco Hola. Ella no se amilanó y siguió con nuestra “conversación”. Sus preguntas eran largas. Yo le respondía con monosílabos, aún tratando de adivinar qué era lo que realmente quería. No me atrevía a preguntarle algo, pero parecía no hacer falta. Ella se preguntaba y se respondía sola. En cinco minutos ya sabía qué había sido de su vida en los últimos tres años, casi el periodo que no sabíamos nada el uno del otro. Había puntualizado todos los aspectos, excepto uno, que sé que lo dejó a propósito para el final.

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— Y así, pues. ¡Ah! No sabes. Terminé con mi enamorado. Ese con el que tenía cinco años. Lo recuerdas, ¿no? Al final, pucha, bueno, no funcionó. Ya le había aguantado bastante, también.
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— Manya, qué pena —le dije sin saber que ella tuviera enamorado.
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— Sí. Era un pendejo. Varias veces lo pesqué. Pero una tiene su límite, pues. ¿No has visto mi nick?
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— Sí, claro —le respondí, mientras recién le prestaba atención a su nick. En este se leía un coqueto Segundo día de libertad jijiji y un acumulado de caritas felices, avergonzadas, rosas y corazones.
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— ¿Ves? Es cuestión de seguir rápido. Por gusto me iba a quedar pensando en ese huevón.
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— Sí, pues.
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— Además de eso, era muy celoso. Me llamaba todo el día. Cuando yo era la que debía ponerme celosa de él. Y luego venía con su carita de yo no fui… Yo ya no estoy para eso, Eduardo.
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— Claro que no.
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— Solo sabía irse a chupar. Siempre me inventaba excusas y luego, cuando hablábamos, se le oía y olía que había tomado. ¿Y quién sabe que más haría? Fácil se iba de putas. Disculpa, Eduardo, ni sé por qué te cuento todo esto…
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— No te preocupes.
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— ¿Y tú cómo vas? Supongo que muy bien…
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— Sí, me va bien.
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— Claro. Tú no eres como ese huevas que solo sabía irse a pendejear.
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— Ajá.
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— Oye, ¿por qué no nos vamos a tomar un café algún día de estos?
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— ¿Cómo?
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— Claro, podemos conversar largo y tendido más tranquilos.
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— Bueno... No sé si pueda —le dije con genuino espanto. No me imaginaba entablando una conversación y mucho menos tomando un café con alguien que no veía hace tanto y a la que apenas recordaba.
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— Anda. ¿Hace cuánto no nos vemos? Además nos podemos poner al día de muchas cosas. No te vas a arrepentir.
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Tras esas últimas palabras, lo medité buen rato. A veces sufro de ese síntoma del que a veces padecemos la mayoría de los hombres. Ese en el que supones que cualquier cosa que te dice una mujer es un código camuflado que esconde coquetería. Chucha, a lo mejor la comadre le entra al cuento, recuerdo que pensé. También hice un esfuerzo por recordar la última vez que la había visto. Tenía ojos grandes, oscuros, cabello lacio, una sonrisa cálida... Puede ser, pensé, razonando más con el instinto viril —huevos— que con la razón.
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— Puede ser —le dije.
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— Perfecto. ¿Qué te parece el domingo?
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— No. Trabajo.
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— ...conozco un café bonito por mi casa. O también podemos ir al cine, tenemos tanto de qué conversar...
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— Ese día no puedo...
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— Me muero por ver una peli gringa que recién ha salido. Bueno salió hace tiempo, hasta ganó un Oscar, pero acá recién llega...
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— Yo puedo el viernes...
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— Sí, ah… ¿domingo no puedes?
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— No. Trabajo.
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— Ya pues, viernes. Mejor, creo que ese día hay descuento en el cine, aunque ahí no vamos a poder conversar... Lo del café puede ser.
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— Sí, pues. —fue lo último que recuerdo le dije. Ella siguió enumerando posibles destinos de encuentro y temas pendientes entre nosotros. Yo solo podía pensar en que la había cagado. Pero bueno, si cuando creía haber hecho algo bien y de la manera correcta no llegaba a ningún sitio, a lo mejor de un tremendo cagadón podía surgir algo positivo. En verdad esperaba que fuera lo último, pero sinceramente lo dudaba.

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**********
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Llegó el viernes sin demasiada expectativa. Traté de convencerme de que iba a pasarla bien. Que la muchacha universitaria se insinuaría y le entraría al cuento, como lo había imaginado cuando le di el “sí” fulminador. No era suficiente. Era más que un hecho que eso no sucedería, más aún con la bendita suerte con la que convivo. Llamé temprano a la mayoría de personas que suelo contactar en mis días libres, a ver si salía algo más interesante. (Ir al cine con alguna amiga con la que sí me divirtiera, un póker con la gente del daño, unas chelas con el ‘Feo’, el 'Badboy', el 'Rey' o algún otro incauto, alguna tocada de algún grupo X, un café con algún pata o alguna amiga, una pichanguita improvisada, etc.) Agoté las posibilidades y nada. Hasta llamé al trabajo a ver si todo andaba bien y no necesitaban manos.
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Me tomaba un Red Bull con la intención de agarrar moral, cuando mi celular vibró. Eduardo! Llámame, dictaba el mensaje. Era de la susodicha. Supuse que el número del que me mensajeó era su celular. Obedientemente la llamé.
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— ¿Hola? —pregunté.
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— ¡Eduardo! Oye aún no sale de tu casa, ¿no?
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— No —le respondí, mientras verificaba que faltaban unas cuatro horas para la hora que habíamos acordado. A menos que viviera por alguna cordillera andina, estaba a tiempo.
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— No sabes, me llamó mi novio, bueno, mi ex. Dice que quiere hablar conmigo...
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— Mira tú...
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— Pero quiere que sea hoy... no creo que me pueda reunir contigo.
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— Ahhh, qué pena —repliqué en un maquillado esfuerzo por sonar honesto.
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— ¡Discúlpame!
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— No hay problema.
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— Aún no me dice la hora, pero espero que todo se solucione. De veras lo siento —me dijo.
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Su voz, la cual no escuchaba hace varios años, sonaba quebrada, algo esperanzada, como la de una niña a la que le han prometido llevar a comer un helado y aún no le cumplen. Por primera vez dejó de parecerme algo "espesa" y sí más humana, vulnerable. Sentí que si podía, debía ayudarla de alguna forma.
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— Por mí no te preocupes. ¿Pero tú estás bien? ¿Vas a volver con él?
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Mi súbito interés pareció inquietarle, pues se quedó en silencio un buen rato, balbuceando algo que no logré entender. Luego recobró su usual ánimo y me contó su historia, sin escatimar en detalles, claro. Se me fue el saldo y volví a llamarla desde mi teléfono fijo. Su historia me atrapó. Y si antes trataba de evitarla, ahora la entendía y hasta estaba de su parte, porque, ahora lo confieso, en algún momento logré entender a su enamorado.
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— Y así... Seguro te preguntarás por qué es que lo aguanto y sigo con él
—hizo una pausa que no me atreví a interrumpir—. A veces una no puede hacer nada. Puedes elegir a quién besar si quieres, pero no de quién te enamoras.

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— Claro —le volví a responder, otra vez cortante, pero no porque siguiera considerándola "espesa", ni mucho menos. Solo me quedé pensando en lo que había dicho. Esta vez, aunque quería decir algo, no encontré palabras.

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— Bueno, Eduardo, tenemos un café pendiente, no te olvides. Y gracias por escucharme.

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— No hay problema. Suerte más tarde.
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Nos dijimos unas cuantas palabras más, las cuáles fueron las últimas en mucho tiempo. Siempre tuve la intención de llamarla o mandarle un mensaje, pero algo me detenía. No pretendo decir que estaba interesado en la muchacha. No la había visto en años y una conversación por teléfono, por más inspiradora que hubiera resultado, no cambiaba las cosas. Una de las cosas que me frenaba a llamarla era el miedo a volver a esa segunda primera impresión que me había dejado. Deseaba quedarme con ese concepto de vulnerabilidad que había capturado la última vez.
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Pasó casi un mes y todo el asunto parecía reciclado en un recuerdo, hasta que un día me llegó un mensaje de texto de unas tres páginas. Así que Eduardo, acuérdate que nos debemos un café ehhh :p Te cuento, salí con él, volvimos, terminamos, otra vez volvimos... al final no sé en qué estamos jaja... bueno, ¿estás libre el viernes? Esta vez de veras te aseguro que no te arrepentirás ;) Prometo reivindicarme por lo del otro día. Llámame. Besitos.
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Ese mal crónico antes mencionado del que padecemos los hombres, ese en el que crees que cualquier cosa que te diga una muchacha es un coqueteo, volvió a florecer. La señal de alerta estaba en rojo y no auguraba nada bueno. El instinto pudo más.
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— Ajá, así que tú eliges a quién besas... —pensé. Cogí mi celular y marqué.
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Dejo esta muy buena canción. Porque, como dice su letra, todos hemos tropezado. En este link, otra versión de la misma canción que también me gusta.


lunes, 14 de junio de 2010

A las mujeres les gusta el golpe (Parte I)

Cuando hace más o menos un par de meses una amiga me preguntó si consideraba que las mujeres preferían a tipos galantes y caballeros o los atorrantes y patanes, casi le respondí por inercia. "Supongo que a los buena gente, ¿no?", repliqué, pero mientras lo decía empecé a dudar. ¿La razón? Pues que no conozco demasiado casos que lo justifiquen. Después de un momento de reflexión cambié mi respuesta, situación que ocasionó las más sensibles pífeas de las damas presentes, quienes obviamente juraban preferir a los "chicos buenos".

Quedé con la duda, pero me pare
ció un tema interesante y decidí escribir al respecto en este cada vez más abandonado espacio bloggero. Claro que de pensarlo al hacerlo hay un trecho a veces irreparable. Sin embargo, mientras el asunto aún estaba en proyecto, sucedieron un par de cosas que consideré dignas de mención. Y mientras esas cosas sucedían, empecé a sacar conclusiones y encontré mi respuesta la pregunta de mi amiga. El caso se extendió más de la cuenta, así que he decido dividirlo por partes. Así que ahí va la primera, con la promesa de que publicaré la segunda muy pronto.

Caso 1

Me alistaba para salir apuradamente. Vi el reloj siempre adelantado de mi cuarto. Le resté diez minutos y supe que eran las 5:30 pm. Era tarde. Terminé de vestirme como pude. Estaba por salir, cuando observé el engañoso sol de la tarde por la ventana y dudé si ponerme una casaca o no. En eso, escuché un 'tucutín'. Fruncí el ceño tratando de descifrar el ruido. Entonces recordé que, para variar, no había apagado mi computadora.

—¿Estás ahí?
—me preguntaba el monitor. Otra vez vi el reloj. Dudé en responder. Simplemente cerrando el messenger estaría fuera de eso.

—Sí. ¿Qué tal? ¿Cómo estás?
respondí, luego de pensarlo mejor. Total, era una vieja amiga, de esas que son cercanas, te agradan, siempre ves conectada, pero nunca le hablas. Seguramente era importante.

—Echa basura. ¿Unas cervezas? Voy con los chicos.

—Sale. ¿Cuándo?


—Ahorita, pues.

—Nada, no la hago. Estoy de salida —le respondí con franqueza.

—Ya pues, mira que estoy mal. Me haría bien hablar con alguien. Sí, sí. Están los chicos, pero la cosa es estar con la manchita completa.

Lo pensé con detenimiento. De verdad quería acompañarla, pero ya había quedado con una amiga para ir al cine. Maldije mi falta de memoria para dejar la computadora prendida y también al bendito sol de la tarde por retrasarme.

— ¿Estás ahi, Eduardo? —me insistió el monitor con impaciencia.

Tomé mi celular y llamé a mi amiga. Me inventé la peor excusa posible. Porque decirle "oye, otra amiga, con quien recién me topé, por el messenger, por cierto, me acaba de decir para unas chelas, sorry, la dejamos para la otra", no me pareció una excusa válida. Le mentí a mi amiga con cinismo, le prometí una pretenciosa recompensa por mi incumplimiento. Sentí que no me había creído del todo, pero preferí dejarlo así. Me dio pena, quería verla, pero bueno... Algo, no sé qué, me hizo pensar que la muchacha del monitor me necesitaba. Me acerqué nuevamente a la computadora y tecleé.

— Ya. ¿En cuánto nos vemos?

En menos de media hora estaba en uno de los huecos frente de la Católica, sentado en una mesa con ella y dos amigos más, acompañados de dos cerveza. Todos con vaso a mano conversábamos. En realidad, ella era la que llevaba la batuta. Estaba mal. Se le notaba en el rostro. Nos contaba sobre su novio, o bueno, su ex novio. Que estuvieron tres años, que nunca se peleaban, que habían pasado un glorioso fin de semana hacía poco, que se habían jurado amor eterno. Y todo se había acabado dos días antes. Estaba tomando como loca y no éramos quienés para juzgarla, ni mucho menos detenerla. Era una de esas situaciones en las que uno siente que merece emborracharse. Y además lo necesita.

¿Así que de la nada terminó contigo? preguntó uno de mis amigos.

Sí. Y el muy canalla ni siquiera me dijo por qué. Tres días antes me juró de todo y de un momento a otro… se le entrecortó la voz. Pronosticando un no muy lejano llanto intervine. Quise alejarla del tema, pero al parecer hundí más adentro la daga.

A veces los hombres son así. Pero él siempre me pareció un tipo agradable. Me resulta raro que te acabe así como así. ¿Segura no se pelearon ni nada? pregunté.

Claro que estoy segura. Supongo que tiene otra o conoció a alguien o qué sé yo…

Tranquila ya aparecerá alguien mejor traté de consolarla.

— ¿Cómo sabes?

¿Lo querías?

Claro.

— No, pues. Piénsalo mejor, has respondido al toque. Me refiero a si era indispensable para ti. ¿Ahora sientes que lo quieres igual que antes?

Se demoró una eternidad en responder. Me trituraba con la mirada y buscaba ayuda silenciosa en nuestros dos amigos que tenían en esos momentos la mirada enterrada en en el fondo del vaso de cerveza, tratando de mantenerse apartados de ese momento de la conversación.

Supongo que ya no me dijo casi en forma de pregunta.

— ¿Tan rápido lo olvidaste? pregunté con légitimo asombro.

— ¡Eduardo!

Bueno, pues asumo que de una manera inconsciente no lo querías lo suficiente, pero creías que sí. Y el definitivamente no iba por tu mismo lado. A lo mejor es bueno que hayan terminado... ¿o acaso has pensado en verlo nuevamente... en pedirle que vuelvan o tantear a ver qué pasa?

Olvídate. Ni siquiera lo quiero ver —dijo mientras dirigía su vaso recién servido a la boca.

Ya pues. No lo quieres ver. BIen por ti. Y él... él no te merece. Ya te hubiera buscado o algo.

Es que suena muy fácil, Eduardo.

Pude identificarme con ella. Había sido protagonista y testigo de muchos momentos similares como para no entenderla. Lo peor era que sabía exactamente qué decirle, y era como si me lo estuviera diciendo a mí mismo. Sabía (siempre lo supe, en realidad) que tenía la respuesta, pero me negaba a verla. O a entenderla.

Déjalo ir, entonces. De nada te servirá quedarte pensando en él. Hazte una promesa...

— ¿Cuál?

Que no lo llamarás, no lo buscarás, trata de alejar tu mente de él. Creo que es lo mejor.

Sí, supongo que tienes razón... dijo poco convencida.

Oye, yo te entiendo. Sé que de esto poco o nada sé, pero te va a hacer bien.

Mis amigos me respaldaron. Ella tomó su vaso con determinación. Nos miro a todos y bebió. En ese código que solo nosotros entendíamos, ese que aprendimos en esos mismos huecos de la Católica y en algunos otros, eso era como un "sí, acepto". Nos miramos, sonreímos y todos bebimos.

**********

Para variar, me había quedado dormido en el carro de regreso de la chamba y me había pasado un buen trecho. Maldije mi suerte, pero le busqué el aspecto positivo. Aproveché para ir al cine que estaba cerca y ver qué películas estaban dando y los horarios, pues al día siguiente iría con la amiga a la que cancelé por irme a beber con mi otra amiga, la despechada. Me paré cerca de la boletería para ver los horarios, cuando me topé con un rostro conocido. Era mi misma amiga, con la que habíamos compartido cantina hacía unos días. La saludé con agrado (siempre era bueno verla), pero ella no hizo lo mismo. Parecía como si no hubiera deseado toparse conmigo.

— ¿Pasa algo?
—le pregunté al tiempo que la saludaba con un beso en la mejilla. Ella se quedó allí, sin decir nada, miró hacia un costado y luego me volvió a mirar y luego desvió la mirada, como tres pases cortos dentro del área, ahora que está de moda el mundial. Instintivamente volteé la mirada y entendí todo. Ahí estaba, supuestamente, su ex, acercándose hacia nosotros con sus entradas en la mano.

— ¿Te acuerdas de mi novio? —me preguntó colgándose rápidamente del brazo del susodicho.

— ¿Cómo te va? —me dijo este extendiéndome la mano, bastante serio.

— Ahí, pues —le dije secamente y le apenas le di la mano. Busqué la mirada de mi amiga, pero esta no me miraba a los ojos. Se le notaba incómoda. Ambos tenían un perfil medio distante y sospeché que habían peleado por algo. Pero eso era lo que menos me importaba. Quería saber por qué le había importado un pito nuestra promesa. Quise darle el beneficio de la duda.

— Justo te quería contar algo, ¿me acompañas a comprar mi entrada? —le dije con la intención de alejarla un poco de novio, pero sin el verdadero afán de entrar al cine. Aceptó sin mayor entusiasmo, mientras su novio dijo que iría a comprar algo para comer durante la función. Ni bien se alejó un poco, la alejé de la cola.

— ¿Qué pasó? —le pregunté rápidamente.

— Pues volvimos.

— ¿No que no querías de verlo?

— Es que, como te dije, no es fácil, Eduardo. Hemos estado bastante tiempo y él me buscó... Dijo que las cosas iban a cambiar.

— ¿Entonces ahora están bien?

— Sí... bueno, acabamos de tener un roche por las puras, pero no es nada.

— Bueno, ya tú ve —me despedí escuetamente y me alejé. Ella trató de darme más explicaciones, pero solo me limité a escucharla un rato más antes de regresar a mi casa. Ni siquiera estaba molesto, sino que me dio pena. La había visto bastante alecaída la vez anterior y no quería que pasara por lo mismo nuevamente.

Pasaron varios días y no supe nada de ella. Un par de veces la vi conectada, pero volvimos a la rutina de no hablarnos a menos que sea totalmente necesario. Me picaban los dedos por conversarle y preguntarle finalmente cómo había resultado todo. Pero no sabía si me convenía. Supuse que si algo andaba mal avisaría. Mis otros amigos tampoco sabían nada. Fue hasta hace unos días que recién tuve noticias suyas. Estaba leyendo algunas páginas en internet cuando en eso un 'tucutín' retumbó.

— Hola, Eduardo —me decía el monitor. ¿Unas cervezas? :S

— Cómo te gusta el golpe... —le contesté resignado, mientras, ya sin siquiera ver por la ventana si hacía sol o no, cogí mi casaca para salir a darle el encuentro. Media hora después, nos hacíamos una nueva promesa.

(...Continuará)

Dejo este video genial, de un grupo más que genial. Que trata de reivindicar a esos (pocos) incomprendidos. A él, a quien también le gustaba el golpe.


miércoles, 24 de marzo de 2010

Una historia de amor

Seguramente si mi cerebro, sangre, alma y corazón no estuvieran en estos momentos alimentados por los tonificantes nutrientes del alcohol, ni siquiera me atrevería a escribir este post. Y es que es algo de lo que he querido deshacerme desde hace mucho y no he podido. Es un fantasma que sigue vivo. No porque los recuerdos sean necesariamente malos o dolorosos, sino por lo que pesan. Por lo que pudo y no pudo ser.
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Recuerdo la primera vez que la vi. En que en serio la vi. Porque yo ya la conocía. No sé exactamente desde cuándo, pero sí sabía que era mi amiga. Seguramente mi mejor y única amiga. Yo estaba asomado por la ventana de mi casa, viendo la nada, hasta que ella pasó cándida y sonriente junto a su hermano, como tantas veces la había hecho. Inmediatamente, con el fin de combatir la soledad, salí de mi casa a alcanzarlos. Fácil podemos hacer algo... ir a su casa o al barrio de la vuelta, pensé. Ya no estaban. Caminé por todos los alrededores del parque donde vivíamos y no, se habían esfumado. Me dirigía con el fracaso sobre los hombros de regreso a mi casa cuando pasé por su jardín. Allí la vi. En serio la vi.
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Estaba sentada dentro del jardín que adornaba la puerta de su casa. Se encontraba escondida entre las granadas. Entré al jardín. Ella estaba sentada con la cabeza entre las rodillas. Lentamente me acerqué hasta que ella notó mi presencia y alzó la mirada. ¿Qué pasó?, le pregunté. No me respondió. Sus ojos castaños y llorosos me observaron, y el tiempo se detuvo. Recuerdo hasta hoy ese instante. Su mirada enorme e inocente, de niña que acababa de ser víctima de una malvada travesura. Fue en ese preciso momento en que por primera vez la vi. Me senté a su lado. En serio, ¿Qué pasó?, volví a preguntar. Me miró nuevamente. Mi hermano..., empezó a decir. ¿Qué te hizo?, ¿Quieres que le pegue?, arremetí. Déjalo así, me dijo. Nos quedamos callados un rato. No sabía qué decirle, ni qué hacer. Quería protegerla, secarle cada lágrima, encontrarle consuelo, pero no me atrevía a rodearla con mis brazos, ni ofrecerle un pañuelo. Era una sensación nueva para mí. Me aterré. No sabía qué era eso que me provocaba estar a su lado… Está picón porque eres menor que él y eres más alta, le comenté tratando de romper el hielo. Ella volteó a verme y echó a reír. Nos reímos. Y ahí fue cuando todo comenzó, cuando ella sonrió.
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Teníamos trece años. Ella era mayor que yo por unos meses. Como dije, la conocía desde antes. El único recuerdo que tengo de una fecha exacta es el de una foto que una vez vi en casa de su abuela. En esa foto, ella y yo jugábamos en su sala y calculo teníamos unos tres años. Asumí que desde esa fecha la conocía.
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Una vez, luego del día del jardín, estábamos jugando en la pista, creo que a las escondidas, y unos chicos del barrio, mayores que nosotros, nos empezaron a molestar. Esa parejita, iu, empezaron a gritar. A un chiquillo de trece ese tipo de cosas le joden y tanto nos jodieron que comencé a responderles en el peor lenguaje que mi barrio del Callao me había enseñado en esos pocos años de vida. Como no pararon, eché a correr tras ellos con la intención de asesinarlos a golpes. Aún no se por qué los susodichos también corrieron, pues un chibolo enclenque como yo no les hubiera podido hacer si quiera cosquillas. Eran unos tres y casi todos más altos que yo. Bueno, por una extraña razón huyeron de mí. El resultado no fue positivo. Tras una cuadra de carrera, un perro cuya raza ignoro, pero se parecía a Rabito de Carrusel, se nos unió. Una cuadra después, Rabito clavó sus furiosos colmillos en mi pantorrilla haciendo que me detenga, pero a la vez un gran favor, pues si alcanzaba a los patas aquellos seguramente me iban a desmadrar. Regresé humillado a mi barrio, con la sangre brotando a chorros, y ahí seguía ella. La miré con odio. No le dije nada y la culpé silenciosamente de que me haya mordido un perro y que esos futuros malandrines se hayan salido con la suya. Entré a mi casa sin decirle nada. Al día siguiente me vacunaron contra la rabia y la odié más.
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Ese mismo día, con mi pierna y mi hombro aún doliéndome, me senté al pie de la puerta de mi casa, cuando ella salió de la suya. Al parecer se dirigía a la bodega que había en el barrio. Me vio un segundo y no se detuvo ni siquiera a decir hola o a ver cómo estaba. La odié más, como nunca había odiado a nadie. Estaba dispuesto a nunca más hablarle y mucho menos invitarla a mi cumpleaños que ya se acercaba. Volvió a pasar. Esta vez yo estaba dispuesto a ni siquiera mirarla, a ignorarla y a empezar mi propia era del hielo. Volteé ligeramente la cabeza con la intención de no cruzar mirada con ella. En eso, por el rabillo del ojo, vi que se paró frente a donde yo estaba sentado. No la mires, no la mires, traté de mentalizarme. Sin embargo, el instinto hizo que subiera la mirada a verla. Bueno, bueno, pero no le digas nada, ni una palabra, pensé esperanzadamente. Hola, me dijo. Hola, le respondí. Mierda, pensé. Se puso de cuclillas y contempló mi herida. Yo también la vi y me di cuenta de que el esparadrapo con gasas que me había puesto mi madre ya se encontraba en estado lamentable. ¿Puedo?, me preguntó. Esta vez, aunque quise, no supe qué decir. Ella tampoco esperó respuesta. Cogió delicadamente el esparadrapo y lo despegó con suavidad. El ardor en mi lastimada pantorrilla se incrementó, pero no le di importancia. Observé su mano y vi lo que había comprado en la bodega. Abrió un curita y lo colocó con esmero en mi aún burbujeante herida. Menos mal no los alcanzaste, te iban a sacar la mugre, me dijo. Me iban a sacar la entreputa, le respondí poco galante. Me miró, nos miramos y echamos a reír. No pudimos parar en buen rato, solo riéndonos y mirándonos, cansándonos de ser felices. Y supe que no la odiaba y que nunca podría hacerlo. Era todo lo contrario lo que sentía. Mierda, pensé otra vez, mientras seguía riendo.
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Pasaron los días, meses, años. Fuimos creciendo, a hacernos más cercanos. Puedo decir que éramos solo amigos, seguíamos jugando, viendo películas en su casa, vacilando a su hermano, a veces simplemente nos sentábamos a conversar, pero siempre parecía que había algo más. Nunca nos dijimos nada, pero parecía haber un acuerdo tácito entre nosotros, uno que dictaba que éramos algo más. Nos gustábamos y lo sabíamos. Esperábamos que todos nuestros amigos del barrio se metieran a sus casas y caminábamos por el parque. O nos sentábamos en el pie de su puerta a hablar, o nos comprábamos un helado o una gaseosa y solo nos dejábamos llevar, a alimentarnos de sueños. Conversábamos de todo, de esas ilusiones y sueños a cumplir, y de los planes que teníamos... Ella quería ser ingeniera y se burlaba de mi deseo de convertirme en un reconocido actor porno.
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Ambos queríamos crecer y salir de ese barrio. A veces bromeábamos con irnos juntos a otro y allí ser también vecinos. Competíamos por quién sacaba mejores notas en el colegio, misión no difícil de ganar para ella. La vi pasar de su inocente bincha y pantalones anchos a los peinados altos y faldas atrevidas que utilizaba para ir a los quinceañeros a los que era invitada. Me ponía celoso por ella y en parte porque yo no era invitado, seguramente por mi aspecto pirañezco. Luego la molestaba, trataba de hacerla sentir mal, diciéndole que cómo se iba a poner esas prendas que seguramente despertaban las lujuriosas miradas de los viejos mañosos de ese barrio chalaco. Ella no le daba importancia y se reía. Sabía que el fondo le decía esas cosas por celoso y porque me preocupaba por ella. En fondo sabía que yo pensaba que se veía linda.
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Puedo recordar los momentos que viví con ella como si fueran ayer. Esos domingos de febrero en el que entablábamos una guerra de globos de agua. Los marcianos de leche chocolatada que vendían en una cochera maloliente, pero que fielmente comprábamos cada tarde. La vez en que vimos esa película romántica en tu casa, ¿recuerdas? Una en la que los protagonistas se separan trágicamente y ella voltea a despedirse desde el carro en que se aleja para así demostrarle cuánto lo iba a extrañar. Lo recuerdo bien porque te conmoviste hasta casi el llanto, mientras yo me hacía el macho, pero también estaba tocado por la película. Además, porque luego de esa película empezó una erótica, la cual vimos en tu sala oscura solo unos minutos antes de apagar la tele con espanto. ¡Puedo decir que vi mi primera porno contigo!
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Recuerdo también bien la vez en que encontré un cigarro en la oficina de tu papá y te persuadí a que me acompañaras a fumarlo. Recuerdo la manera en que te opusiste y trataste de quitármelo. Luego, para mi sorpresa, accediste a encenderlo, pero querías fumarlo conmigo, que tú me ibas a enseñar y que ya habías fumado antes. Sabía que no era cierto, que me lo hubieras contado, pero quería saber hasta donde llegaría. Lo prendiste (al cuarto fósforo) y aspiraste una gran bocanada de ese cáncer, inundando de humo tus vírgenes pulmones. Sin embargo, no botaste el humo y empezaste a toser de una forma alarmante, parecía que te faltaba el aire. Me asusté. Te juró que al verte así de roja me entró el pánico y no supe que hacer. Poco a poco se te pasó y me regresó el alma al cuerpo. Respiraba con más dificultad que tú. ¿Viste? No fumes, me dijiste con mirada fría y una severidad sorprendente, y apagaste el cigarro. También me acuerdo cuando ambos fuimos por primera vez a un concierto y lo pequeños que nos sentíamos ante ese mar de gente. Como entre esas personas, con tu hermano de violín al costado, claro, tímidamente entrelazamos los dedos y vivimos conectados ese concierto, cada canción de ese que era nuestro grupo favorito. Y así podría continuar. Las anécdotas contigo son interminables, como nuestras conversaciones a la luz de la noche.
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Así como recuerdo la primera vez que la vi, en que en serio la vi, también recuerdo la última. Ya nos habíamos alejado un poco. Las distintas obligaciones que recayeron sobre nosotros por ese tema de "ir creciendo y no poder detenerlo" fueron las culpables. Nuestras suculentas y apasionadas conversaciones se habían resumido a esporádicos y tibios diálogos por teléfono uno que otro fin de semana. Un día, cuando ambos cursábamos el quinto de secundaria, iba yo a mis clases de inglés cuando la vi pasar. Los dos nos dirigíamos al paradero. Nos saludamos afectuosamente y caminamos juntos. Me contó que estaba yendo a una academia pre universitaria, que se quedaba la mayoría de la semana en casa de una tía, pues le quedaba más cerca. Con razón nunca la veía, pensé. Llegamos al paradero y tomamos el mismo carro. Me contó sobre su hermano, sus papás, sus amigos. Sobre su intención de postular a la Católica —finalmente se había decido por el Derecho—, y sus planes a futuro. Yo también le conté sobre mis planes y mi sueño de estudiar Periodismo, aunque aún no sabía en dónde. Chévere, siempre te ha ido bien en sus cursos en los que se tiene que florear, me comentó. Yo bajé primero del carro. Si hubiera sabido que sería la última vez que la vería en persona hubiera grabado bien ese momento en mi mente. Le di un beso en la mejilla y bajé frente a mi academia de inglés. Me quedé parado ahí, esperando a que el semáforo cambie de color para cruzar. Seguí con la mirada la combi en la que estábamos mientras se alejaba, cuando entonces ella volteó. Me miró allí parado y me sonrió ampliamente y me hizo "chau" con la mano. Fue la más encantadora de sus sonrisas. La vi irse, con el rostro alegre y radiante, hasta que la combi desapareció en la tarde y se convirtió en un punto lejano. Así terminó, tal como había empezado, cuando ella sonrió y me condenó a un adiós dulce y perpetuo.
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Pero bueno, no por sembrar un bonito pasado se tiene un buen futuro. La llamé casualmente y me dijeron que se había mudado definitivamente a casa de su tía. No me dieron su número, pues su abuela, quien fue la que me contestó, me dijo que solo se dedicaba a estudiar. Luego de que yo ingresara a la Católica, cada vez que recorría el campus, me imaginaba topándome con ella. Con conversar en los jardines inmensos y verdes de esa universidad. Más adelante, su hermano me contaría que llegó a ingresar a la Católica, pero que nunca usó su cupo. Antes viajó con sus tíos a Estados Unidos y se quedó por allá estudiando. Salió del barrio que nos vio crecer en el Callao y por tierras gringas llegó a ser ingeniera. Aún mantengo la esperanza de topármela nuevamente, comprar un marciano y caminar por el parque a contarnos las novedades de nuestras vidas, de cerrar esa inocente historia de amor. Del amor. ¿Y yo? Yo también cumplí algunos sueños y creé otros. Es más, tengo uno que ha ido creciendo con el tiempo. Uno en el que conozco a una chica que dice más con su mirada y sonrisa que con palabras. Que me cambia los curitas cada vez que caigo. Que voltea a verme y me dice adiós cada vez que se aleja de mí.
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Dos vídeos de dos grupos peruanos a los que vimos en aquel concierto al que fuimos. La primera canción porque nos encantaba y porque siempre, en cualquier momento, cae a pelo. La segunda, bueno, porque describe bien la historia de este post. ¡Ah! solo porque me acabo de dar cuenta que ayer este blog cumplió dos años, más abajo una sorpresita.
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Bonus track: Jaja, lo siento, pero tenía que poner este vídeo. Porque este grupo también estuvo presente aquella vez, aunque apenas lo conocía. Esta canción hasta ahora me recuerda a ella.
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lunes, 25 de enero de 2010

El primer baylista

Este blog suele hablar momentos alegres, situaciones tristes, desenlaces depresivos, a veces compulsivamente melancólicos o envenenadamente románticos. Es por eso que causará sorpresa encontrar este post, pero no puedo dejar de mencionar lo que me el viernes de regreso a casa.

Salía casi a las once de la noche del trabajo. Mi mente aún giraba torno a una pelota de fútbol y casi sin darme cuenta tomé el taxi a mi casa. El chofer del Tico al que me subí amablemente retrocedió el asiento delantero para que pueda ir cómodo y no doblado en quince. Luego sintonizó su radio en RPP. De inmediato, durante la narración de titulares, se escuchó el nombre de Jaime Bayly en la radio. Yo seguía en mi mundo pelotero y pasé el dato inadvertido, pero el taxista se emocionó de una manera inquietante que hasta me causó miedo y me incitó a pedirle que me deje en la siguiente cuadra. Con el entusiasmo aún reflejado en el rostro me comentó Ta q’ ese Bayly está loco.

Bueno, quien me conoce regular sabe que me gusta el trabajo de Bayly. En televisión suele rosar el periodista político con el de entretenimiento porque, supongo, eso vende, pero me parece un escritor interesante y alguien culto. Su posible candidatura ha levantado revuelo y hasta yo me he puesto a analizar que podría pasar de lanzarse, algo que considero improbable, pero bueno...

El caso era que el señor taxista consideraba a Bayly un loco, un inestable, un demente y un degenerado, drogadicto y maricón (ambiguo fue el calificativo que usó). Pero con todo y eso es un cague de risa. ¿Viste su programa el domingo, hermanito?, me preguntó. , mentí. Lo cierto es que vi solo final, cuando Tongo salió a cantar. ¿Qué tal, ah? Todos los brujos le decían que iba ganar. Asumí que habían ido a su programa esos adivinos y convenientemente habían concordado en decirle a Bayly que ganaría. No respondí porque no quería ahondar en el tema. Me parecía tedioso y quedaban veinte minutos de viaje. Sin embargo, el taxista parecía excitado con el tema y no lo dejaba. Está bien que se lance, como todo el mundo sabe sus cochinadas nadie le va a poder decir nada, me dijo. Fue la primera vez que coincidí con el chofer del Tico. Además, como todos van a robar, mejor uno que nos haga reír. Ta q' sería pendejo que salga presidente, siguió.

Fue ahí cuando me puse la camiseta Bayly 2011. Pero tío, ¿no le parece que le haría bien un candidato tipo Bayly? ¿Qué le parece Alan García?, le pregunté. Un convenido, me respondió. ¿Toledo?, pregunté otra vez. Ratero, sobrino, además de coquerazo, dijo. ¿Castañeda? Ladrón. Ahí está pues, Bayly les dice eso todos los domingos en su programa. O sea, usted sí le hace caso. El señor -quien después me dijo que se llamaba Gustavo- se empezó a reír. Verdad, ¿no?, me dijo. Además que al toque se tumbó a Castañeda que se asó y lo fulaneó, quedó cochino. Luego de hablar contigo creo que botaré por Bayly. Ya tendrá dos votos pes, dijo. No tío, yo ni a balas voto por Bayly. En la otra esquina me deja, le indiqué. El taxista volteó a verme dos segundos y luego comenzó a reírse otra vez. ¿Total? Yo creí que eras 'baylysta'. Ahora yo me reí. ¿Baylysta? -me dio risa el término- Yo quiero que se lance, no más. Le haría bien a la política (de la cual poco o nada sé, pero eso no lo sabía el señor).

Abrí la puerta del taxi para bajar. Muchas gracias, maestro, y ya sabe tío, fomente el 'baylysmo', le comenté con ironía. El señor, sin parar de reírse, me dijo Nos vemos sobrino, el negro Gustavo me dicen. Un 'gustavo', tío, yo soy Eduardo. Ta q' buena, y arrancó muerto de risa. Maniobró su carro y dio vuelta ahí mismo para regresar por el camino por el que me había traído. Pero que Jai, pero que Jai, pero que jai, jai, jai, jai, jai... empezó a cantar cuando pasó nuevamente por mi lado y adornó su carrasposa voz con el claxon de su carro. Me hizo un gesto de despedida con la mano y desapareció. Por lo menos dos cuadras escuché su claxon.

Llegué a mi casa menos cansado que cuando subí al taxi, prendí el televisor y varias de las noticias aún giraban en torno a la posible candidatura de Bayly. Esta vez sí presté atención y todos, pero todos, lo tomaban como una broma. Y es que tiene su postulación tiene ese perfil, pero a mí no me parece descabellado tentar una candidatura a estas alturas. Como le dije al señor Negro Gustavo, aunque no votaría por él, ni quiero ni creo que gane, que se lance sería interesante.
Mientras veía a un analista político decirle oportunista e improvisado a Bayly, hice mi propio análisis. Tiene la ventaja de ser mediático, joven, que esté en el periodismo desde que tiene quince años algo dice algo de él. Tantas obras publicadas indican que tiene un potencial intelectual importante y, sinceramente, yo disfruto mucho más sus entrevistas de corte político que las que hace a fantoches de la farándula. Es más, recordé que en varias de sus obras (bueno, en las que existe un alter ego de Bayly) manifiesta su sueño, medio en broma, medio en serio, de llegar algún día a la presidencia. ¿Improvisado?, pensé. Cojudos...

Aquí, seguramente, una de las canciones que más se escuchará en los próximos días... (espero no meses)

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